Su santón es Manú Chao, no el de Mano Negra, sino el remasterizado, el que gracias a Sony obtuvo un éxito masivo, mundial. Aquel que se incluyo en soundtracs y que vino a Tijuana a ponerse unos gallos y ligar californianas. El que puede recorrer América latina y África, gracias a las regalías. El genio musical y el más acabado ejemplo de las ramblas de Barcelona.
De él toman su vestimenta, con conocimiento de causa o simplemente para decir, aquí estoy. De él retoman la influencia negra, representada en sus insufribles tambores africanos que hacen sonar a deshoras de la noche. Algunos con gran maestría, la mayoría con terrible torpeza, imposibilitados de sacar un ritmo más o menos decente. Algunos gustan de la capoeira (también de origen africano), y los ves deambulando por ahí dando patadas al aire de vez en cuando. Se hacen perforaciones, tatuajes de las más diversas índoles. Los hay de influencia mexicanista hasta los que repiten las calaveras más sobadas. Muchos tiene rastas y otros se dejan las barbas. Herederos de los jipis, ellos también viajan en comunas, hablan del amor y la comprensión, de la tolerancia y de la hermandad. Pero sólo hablan. Su saludo diario es "saca", una palabra que lleva dos connotaciones: Gorrear la marihuana del compañero y supuesto amigo, y evitar que el otro te quiera quitar de tu propia droga. El principal problema a diario es conseguir marihuana, conseguir alcohol y buscar una mujer, en ese orden. La marihuana es una necesidad principal entre los artesanos. Sin ella no pueden subsistir. Hablan de la represión policiaca, pero dentro de sus guetos la fuman sin ningún tipo de problema.
En teoría, hablan sobre los "temas importantes", cualquier cosa que signifique eso, pero superficialmente. Los temas los pone la televisión y se enfurecen contra el "mal gobierno". Sin embargo, sus opiniones son refritos y refritos de algún opinador político de izquierda. Hablan de la legalización de la marihuana, pero son incapaces de organizarse, de realizar alguna marcha, de firmar un desplegado, de ir más allá de la queja simplona y supuestamente directa.
A diferencia de los jipis, ellos son totalmente apolíticos. En realidad, una gran mayoría son tipos que se lanzaron a la aventura, con el colchón financiero de sus padres. Por lo mismo, la lucha política, la lucha armada, son realidades que les son ajenas. Eran zapatistas, cuando estaba bien serlo, ahora buscan un nuevo gurú al cuál darle su apoyo. Por su cabeza no pasa la idea de hacer comunidades autogestivas u organizaciones gremiales. Por el contrario, su discurso de tolerancia y hermandad no es más que una fachada que esconde su verdadero propósito: Chingarse al otro. A fin de cuentas, son subproductos del capitalismo salvaje.
Se dicen artesanos, pero están imposibilitados a realizar verdadera artesanía. Creen que a sus collares y aretes se les puede llamar así. Pero desplazan de los lugares naturales de venta a losverdaderos artesanos. Unos amigos indígenas de la sierra de puebla, fueron definitivamente sacados del parque del Carolino. Ellos tallaban madera, creaban máscaras, cajas para joyas, baúles y una suerte de detalles en madera que necesitaban de una verdadera maestríaartesanal. El pepenado en manta, la talla de bastones de mando, la creación de alebrijes, de toritos para hacerlos estallar, de cartonería en general, están negadas para sus manos.
En sus guetos, se comportan de la misma manera caciquil que las organizaciones priístas de antaño. Los líderes deciden quién vende o no en su territorio conquistado. Tiene acuerdos con los Municipios y la policía. Son terriblemente machistas. Las mujeres, en especial las extranjeras, son las más asediadas. Muchas de ellas, intercambian coqueteos o sexo llano y directo por favores monetarios.
Durante algún tiempo tuve que convivir con ellos, vender en sus sitios y tomar con ellos. Mi pareja de ese entonces, tuvo que quedarse en la casa, porque ya no soportaba el acoso. Alguna vez vi como una francesa se fajaba con un señor por dos caguamas. Supuestamente tolerantes e incluyentes, pero no dejaban de remarcar la forma en que me vestía. "Te ves muy institucional, no serás tira", me dijo uno de los líderes en más de una ocasión.
A un compañero en Barcelona lo corrieron de su parque porque osó acostarse con la mujer del líder, un argentino que decía: Andate a la chingada. A otro amigo desempleado, que tuvo que vender velas aromáticas, le tendieron una trampa y estuvo encarcelado durante quince días en Oaxaca. Perdió su mercancía que tanto tiempo le costó ganar.
Luego de recorrer el país, me voy dando cuenta que los rostros se repiten, que las frases son las mismas y la epidemia de artesanos se extiende a todo el globo.
Texto: Iván Farías Carillo. Dibujos: D. A.
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