miércoles

“La conjura de los necios” con jugo de naranja de dudosa procedencia.

“El optimismo me da náuseas, es perverso…”, es lo que dice Ignatius J. Really protagonista de la novela “La conjura de los necios” escrita por el estadounidense John Kennedy Toole.[1]
La novela es una naranja partida en gajos que va cayendo poco a poco en el estómago. Primero mostrándonos a Ignatius J. Really personaje bastante peculiar que bien podría ser descrito adjetivándolo de esta manera: incomprendido, angustioso, anacrónico, misógino, comediante involuntario, irónico, trabajador involuntario, compulsivo, mordaz, etc.
Ignatius tiene más de treinta años y aún vive con su madre. Él no está en la época que hubiese querido vivir, se encuentra atrapado en la Edad Media, lo cual se comprueba cuando se descubre que es fiel admirador de Boecio.
Posee una visión demasiado moralista hacia la conducta humana y lo único que parece disfrutar es escribir en sus cuadernos pensamientos o narraciones que describan una forma de vivir despegada de las situaciones que acontecen a su alrededor.
Otro gajo que cae es su madre, mujer viuda, frustrada y resignada a servir a su hijo. Este personaje desencadena la trama del relato al producir un choque estando ebria conduciendo acompañada de su hijo.
Se genera una fuerte deuda a causa del accidente y se tienen que pagar los daños. Es en ese momento cuando la Sra. Really desesperada ruega a su hijo que se ponga a trabajar. Ignatius se resigna y va en busca de un empleo, de ahí en adelante surgen varias circunstancias que llevan al protagonista a encontrase con personajes bastante singulares.
Cada personaje descrito en la novela está invadido en gran parte por un total de caracteres que al sumarse no obtienen ninguna cantidad. Sus vidas prácticamente carecen de sentido alguno pero van guiadas hacia la sobrevivencia en un mundo capitalista.
Los personajes son como diez gajos que caen uno a uno, ácidos y amargos, y contribuyen a mostrar imágenes de larga percepción en el lector.
Ignatius comienza trabajando en una fábrica de ropa en la que se despliega una serie de personajes engauchados, de entre ellos cabe destacar a la srta. Trixie, anciana que espera ser jubilada después de trabajar casi toda su vida en la fábrica.
Otro participante en la trama es el negro Jones que es explotado en un bar llamado “La noche de alegría”. Jones vive inconforme con su situación y se la pasa quejándose de su miserable sueldo como intendente. Lo interesante es que este personaje no va explícitamente ligado a la vida del protagonista sino que su vínculo se va dando conforme sigue la historia y sólo por un instante. Aún así en ningún momento pierde peso en la narración.
Esa forma de enlazar el rumbo de los personajes sin que ninguno pierda impacto o se llegue a olvidar es lo que distingue al autor en “La conjura de los necios”. La construcción de la historia es guiada en su mayoría por un narrador omnisciente, acompañado de vez en cuando por la secuencia de diálogos prolongados y una primera persona sólo en unas ocasiones, sobre todo cuando Ignatius mantiene una conversación a través de cartas con una vieja amiga y rival a la vez, de nombre Myrna Minkoff, personaje detonante dentro de la novela y que cae como último gajo, después de muchos, para completar la naranja en el estómago.
Algunos críticos hacen notar que la novela es de tipo autobiográfica ya que la vida de John Kennedy Toole es en algunos aspectos muy parecida a la de Ignatius, los dos vivieron largo tiempo con su madre, por mencionar algo, los dos trabajaron en una fábrica de ropa, etc.
Aquí no se aleja de ninguna manera la relación entre personaje–autor, son unidos e inseparables a fin de cuentas.
Cabe destacar que el nombre del la novela “La conjura de los necios” hace referencia a una frase de Jonathan Swift: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.
Esta frase se encarga de aplastarle el estómago a aquella persona que se atrevió a comerse la naranja completa, ¿es aquí cuando viene el jugo?, ¿quién dice que la naranja no estaba verde? Viene la infección estomacal.
La lectura de la novela, nos deja con un buen sabor de boca pero de todos modos nos planta una infección.
Algo que perdura, que no se olvida fácilmente: la infección literaria. De esas infecciones que comienzan por el estómago y terminan en la cabeza.



[1] El autor de este relato nació en Nueva Orleáns en el año de 1932 y murió por voluntad propia en el año de 1969. Estudio la Licenciatura en inglés y fue profesor universitario, escribió desde muy joven. “La Biblia de Neón” es su primera novela, escrita cuando tenía 16 años. “La conjura de los necios” fue escrita en los años sesenta. John Kennedy Toole no tuvo la suerte de publicar su novela en vida, lo intentó varias veces. Después de su muerte la madre del autor se encargó de que la novela de su hijo (“La conjura de los necios”) fuera publicada. La novela fue muy exitosa y ganó el premio Pulitzer en 1981, convirtiendo al autor en un escritor sobresaliente del siglo XX.

Texto: Paulina Mendoza. Dibujo: Rafa Juárez.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pero qué es esto? A esta mujer debería matarla. Esto es una ofensa para una obra como La Conjura de los Necios. Aprende a escribir, mozuela. Por cierto, esa pseudo metáfora de la naranja infectada es terrible. Qué alguien zurre a palos a esta tarada.

El Zorro

Anónimo dijo...

claro. deberían azotarla en sus partes erógenas hasta aque aprenda, la perra, a hablar y escribir. Esta revista va peor cada día, aprovechen el dinero que les da la beca estatal en irse a viajar. La pendeja de la Mendoza debe suicidarse. No sé qué haga, pero que nunca (más) escriba algo de lo que no sabe. ¡Vaya decepción! Sólo un tal Padilla los levanta.

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