1) Una mujer lee y gesticula. Muda. No hay voz. Movimiento de labios a toda velocidad como el túnel que ahora mismo se excava.
2) Músculos faciales y gestos. El tic nervioso de una rubia. Sostiene dos pillows sobre su regazo.
3) Ah! Pero la nariz. Las facciones finas de una chica. Delimitada por el sinuoso perfil: aguileña descomunal. Delgadísimos labios a medio besar. Bozo. Perfil trazado con lápiz de crayón rojo. Exacto como el trazo que alguien parece haber marcado sobre mi antebrazo derecho. Esa dermis sobre cúbito y radio.
4) En la identificación de la maleta de esa chica se lee el cortísimo nombre: Eva Hü.
5) Dicen que las ácaras hembras excavan marcando túneles lineales. Antes de que las ninfas salgan a danzar sobre la piel –entre folículos y vellos–, los racimos de rosadas ronchas afloran acompañadas de un súbito prurito secular. Dentro de esos túneles van soltando las ácaras hembras sus huevecillos.
6) Dicen que las ácaras, luego del contagio, tardan de 2 a 6 semanas para incubarse y poder notar luego, la primera ebullición cutánea.
7) Ya se han instalado. Ya están ahí.
8) Ya –topógrafas–, marcaron las trayectorias de la clandestina ciudadela hundida. Ya venas y arterias delinearon las precisas rutas que marcan sus planos.
9) La mujer sigue leyendo a toda velocidad y se ha quedado simplemente con la boca semiabierta. Sin movimiento. En un óvalo horizontal exclamativo y húmedo.
Foso.
10) Cruza la pierna la rubia. Observa a otra mujer sentada frente a ella. Esa otra mujer escribe a toda velocidad con un ultra fine flair sobre hojas sueltas. La rubia trata de calmar el tic que la delata poniendo la mano derecha sobre su párpado izquierdo. En la identificación de su maletín de mano se lee el nombre: Eva Küar.
11) Ah! caras, carísimas hermanas. Una vez más el casual encuentro. Sin saberse. Sin hablar. Y esta no es la misma historia. (Dice la voz en off).
12) La chica de la aguileña (Eva Hü) bosteza super shady. Ladea la cabeza sobre uno de sus hombros. Los ojos: trasnochados. Fijos en la nada.
13) Ácara consecuencia: estar al pendiente de las entradas en las nuevas madrigueras. Mientras todas las personas se levantan. Se enfilan. Se afilan y afilian a una fila, una a una, para entrar por la puerta enana de un avión.
14) Dejarán esta sala vacía. Las dos pillows sobre butaca.
15) Una ventisca de aire. Ruidos de cobertura ancha y ruidos de uña que rasca punzante comezón.
16) Babilonia. Sillones, sofás y camas de uso comunal. Este aeropuerto. Esta ciudadela. La ropa. Todos estos ruidos bajo mi piel. Al final del túnel, dicen, puede verse el ácaro.
Texto: Amaranta Caballero Prado. Dibujo: Mario Méndez.
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